lunes, 13 de abril de 2015

Esta noche.

Si me preguntaras ahora mismo por qué estoy haciendo esto, por qué estoy escribiendo este trocito de texto sin importancia, posiblemente te respondería si es realmente necesario que te contestase a esa pregunta. De todas formas, me conformaría con decirte cualquier cosa con la que te acabases riendo o soltando una de tus carcajadas.
Supongo que estas cosas surgen así, de repente. Supongo que no podía esperar para contártelo.

Quiero enseñarte tantas cosas, quiero decirte, demostrarte y contarte tanto. Quiero perderme contigo, llevarte a sitios en los que no hemos estado nunca.
Aprender lo que puedas enseñarme. Olvidarme del tiempo. Centrarme en ti. Escuchar todo lo que quieras compartir conmigo. Disfrutar del silencio contigo.

No podría enumerar de ninguna forma todo lo que quiero hacer contigo además de lo anterior y lo que todavía no he dicho, al igual que tampoco podría describirte de ninguna forma que conozca todo lo que siento esta noche. Esta y todas las noches desde ese día catorce.
Pero supongo que lo que aun no se ha dicho tendrá su momento. Que vendrá cuando ninguno de los dos lo espere, de igual manera que ya vino antes.

Si me preguntaras ahora mismo por qué estoy haciendo esto, por qué estoy escribiendo este trocito de texto sin importancia, posiblemente te diría que no sabes lo que significas para mi.
No te haces una idea.












domingo, 9 de noviembre de 2014

Night Travel~

El aire de la noche comenzaba a ser frío en esa época del año, la brisa arrastraba consigo las hojas ya secas que habían huído sin permiso de los arboles, allá abajo, muy abajo, y las mecía en el cielo nocturno al ritmo de la fragancia del inminente invierno.

El fuego mantenía la temperatura en las alturas y cada vez que las llamas se alzaban podía sentirse un maravilloso alivio en la piel en contraste con el vaho, perdído nada mas abandonar la boca.
Hacía horas que las luces de la tarde habían terminado de despuntar más allá de la línea del horizonte, ahora oculta por el bosque que se alargaba hasta perderse la vista. No había rastro alguno de nubes. Las estrellas salpicaban un cielo oscuro y alto, una cantidad ingente de resplandores titilantes como pequeñas gotas de pintura blanca esparcidas sobre un lienzo negro infinitamente grande.

Y el globo avanzaba lentamente, meciéndose muy poco a poco, silencioso, por una carretera sin fronteras, manejado por dos personas que, desde la cesta, observaban todo aquello.
El fuego volvió a alzarse y las llamas iluminaron unos instantes las dos siluetas, apoyadas sobre la barquilla colgante de las enormes cuerdas, como un barco que navega sin rumbo en el aire. Mantenían una conversación en la oscuridad y la luna descansaba expectante en el firmamento, similar a un guardián vigilante, mientras otro globo flotaba mucho más lejos.
Era increíble estar allí arriba, pero lo verdaderamente importante era la compañía, sin ninguna duda.

De repente, una luz atravesó la parte más alta del cielo, colándose entre las demás estrellas por encima de sus cabezas, pero ninguno la vio con claridad a causa de estar perdidos en la conversación.
- Eso que acabamos de ver era un ovni seguro. - Dijo una de las figuras.
- ¿Qué dices? - respondió la otra silueta – Era una estrella fugaz, nunca he visto una antes.


De esta manera, las voces continuaron hablando en la noche durante todo el viaje, bajo el cielo estrellado, junto al fuego, flotando en el aire, al ritmo de la fragancia del inminente invierno. 




lunes, 6 de octubre de 2014

The surprise of the week~

Sinceramente, esta noche no pensaba escribir nada parecido a esto. De hecho, tenía pensada otra cosa muy muy distinta. Pero ahora que ha llegado el momento de ponerse a ello, he visto necesario dejar ese tema de lado, por ahora.

A veces, si nos paramos a pensarlo, la mayoría de las veces, llegamos a un punto en el que se nos presenta la oportunidad de hacer algo distinto. Algo completamente distante de a lo que estamos acostumbrados. En ocasiones, incluso algo que nos parece imposible, que de primeras nos da miedo o simplemente que nos parece muy difícil como para que nosotros mismos seamos capaces de hacerlo.

Los días van y vienen, siempre iguales. Abres los ojos, compruebas que tus signos vitales siguen funcionando correctamente, que puedes respirar y sigues vivo y te levantas de la cama. Asomas la vista por la ventana y lo único que ves es un cielo completamente igual al del día anterior, con las mismas nubes lanzando las mismas amenazas a base de posibles gotas de lluvia. Nada nuevo, quizá.
Hay días que las gotas de lluvia pesan más que otras veces. Días en los que, no sabes por qué razón, conduces de una manera completamente diferente a los demás, más aletargado, más alejado de la realidad. O quizá todo lo contrario. Quizá estás demasiado despierto y eso es lo que te extraña.

Te das cuenta de que absolutamente todo lo que has vivido anteriormente es el resultado de que, en ese preciso momento, estés conduciendo hacia un determinado lugar, mirando, leyendo, escribiendo alguna cosa. Pensando en algo o en alguien. Todo ha sido fruto del tortuoso camino que has ido siguiendo a través de las decisiones tomadas a lo largo de tu vida. Algunas más fáciles, otras más difíciles.
Respiras hondo cuando todo esto se reproduce y tamborilea en tu cabeza, probablemente para lo que queda de día.
Sabes entonces que tanto tu cuerpo como tu mente te piden parar. Te ordenan parar.

Te detienes en un arcén, en medio de ninguna parte, simplemente perdido dentro de ti mismo. Bajas del coche y te tumbas sobre el salpicadero. Vuelven los pensamientos a tu cabeza, los mismos que te han impedido avanzar y, en ese momento, te das cuenta con la misma facilidad de que, solo quizá, no sea tan difícil llegar a ese objetivo imposible.
En ese momento sabes que no eres quien eras. Que no eres quien serás. Que eres quien eres. En ese momento. Ahí. Tirado encima del coche mirando las nubes.

A veces necesitamos parar. Puede que porque estemos cansados o porque simplemente lo necesitemos.
A veces necesitamos que alguien nos diga un "eh, sé que tú puedes hacer esto, así que adelante".


No soy una persona que pueda definirse a si misma por su valentía, ni por su ingenio, ni por su arrojo.
Simplemente mantengo en mi cabeza que no se ha acabado hasta que no estás bajo tierra.
Soy alguien acostumbrado a pararse en el arcén de una carretera. A esperar al momento adecuado para llevar a cabo eso tan imposible, tan difícil.
Alguien que sabe que quiere hacerlo porque sabe la importancia que tiene para mi.

Y de repente, no importa si llueve, si es de noche o de día, si las nubes cubren el cielo o si el viento te obliga empujar tu cuerpo hacia delante.
Todo lo que has vivido, tus decisiones, tu experiencias, te han situado ahí.
Y sabes que tú y solo tú eres quien es capaz de hacer posible lo imposible.
¿Por qué iba a ser difícil? ¿Por qué no ibas a poder?




martes, 3 de junio de 2014

Blue firmament

A través de la amplia y enorme cristalera panorámica se extendía el vasto y profundo espacio. Atrapadas en un ciclo sin fin, millones de estrellas iluminaban la inmensa negrura de aquel abismo siempre en expansión, más allá del tiempo. Los astros, algunos tan cercanos y otros tan separados, vagaban sin rumbo como buscando una pieza que les faltase en su interior. La esencia misma de todo lo existente se perdía en el firmamento.

Aquel paisaje le relajaba, a pesar del sentimiento de inferioridad que normalmente hacía presa de cualquiera al contemplarlo. Era únicamente semejante a una mota de polvo en aquel espacio, pero no parecía importarle.
A veces podía pasar horas perdido en sus propios pensamientos frente a aquella "maravilla personal", como le gustaba llamarlo. Y esta era una dichas ocasiones.
La respiración calmada, las manos apoyadas en la barandilla que se extendía entre él y el cristal, los ojos ligeramente entrecerrados. Tantas cosas habían acontecido. Tanto se había perdido y tan poco se había ganado.

De repente, algo cambió en la estancia mientras las estrellas más cercanas se perdían y otras aun más lejanas reaparecían a lo lejos, en un bucle sin final, al mismo tiempo que la nave avanzaba lenta pero inexorablemente. No le hacía falta girarse para comprobar que, efectivamente, no se encontraba solo.
Solo aquella presencia contaba con la capacidad de convertirlo todo en un caos absoluto, de hacer que todo pareciera aun más pequeño de lo que realmente era, de hacerle sentir extraviado y desorientado. Pero, a su vez, en contra de toda lógica, también era capaz de otorgarle la paz que necesitaba, de hacer que todo pareciera único en sus manos, de hacerle sentir en el lugar en el que debía estar.
No le hacía falta girarse para comprobar de quien se trataba, pero sí lo necesitó como el respirar. No para tener la certeza de encontrarse exactamente a la persona que esperaba, puesto que ya sabía que se trataba de ella, sino para perderse en sus ojos. Unos ojos perfectamente normales para todos los demás. Para él, los únicos capaces de hacer frente al mismísimo universo.

Embrujado por aquella mirada, y respondiendo de igual manera a una tímida sonrisa, alargó el brazo hasta que sus manos se encontraron. Todo se teñía de un tono azulado a causa de las estrellas fulgurantes que danzaban en el exterior.
Ambos acercaron sus rostros hasta que sus frentes estuvieron en contacto. Y entonces, con los ojos cerrados, ya nada más importaba. Todo podía acabar en aquel momento. Podían esfumarse generaciones y generaciones hasta desaparecer, hasta que todo quedase olvidado, perdido en una memoria incapaz de recordarlo. Pero ellos, sin embargo, jamás podrían olvidar aquel momento.

Permanecieron así unos minutos hasta volver a abrir los ojos, los de uno frente a los de otro.
Se separaron aun cogidos de las manos para contemplar todo cuanto se extendía ante ellos, pues nada tenía más sentido que la existencia del uno para el otro. Nada, incluso más allá del espacio y del tiempo.





lunes, 17 de marzo de 2014

A light in the space.

¿Alguna vez has tenido la sensación de estar flotando en medio del espacio? Me refiero a eso que se siente cuando estás tan a gusto que podrías pasar así muchísimo tiempo. Tranquilo. Sosegado. Feliz.
Podría afirmar que esos momentos mágicos y efímeros, a veces tan alejados unos de otros, son mis preferidos. Quizá sea algo de lo que más pueda llegar a valorar en este mundo. Y también algo de lo que más podría echar de menos.

Sinceramente, hace muchísimo tiempo desde la última vez que tuve esa sensación. Siento como si estuviera en un exilio indeterminado, incapaz de encontrar la más minima esquirla de luz, perdido en un espacio demasiado grande y demasiado oscuro.
¿Pero qué ocurriría si dijera que tengo la corazonada de haber encontrado un pequeño atisbo de lo que buscaba, de lo que necesitaba?

¿Qué ocurriría si quisiera acercarme a esa luz?  


lunes, 16 de diciembre de 2013

Special place.

La noche había hecho ya presa del cielo cuando volvió a poner pie en tierra firme. Nada mas salir del coche, el aire frío de invierno se encargó de envolverlo con un manto glaciar. Era Diciembre. Cerró la puerta del vehículo y se dirigió a su destino.

Tras atravesar el pequeño aparcamiento, una serie de bancos le esperaban y, allí, iluminado únicamente por la tenue y fantasmal luz de una farola, se sentó en uno de ellos.
Frente a él, imponente y oscuro, se extendía el mar. Bastaba con bajar un corto tramo de escaleras para llegar a una playa que se alargaba hasta perderse en la negrura. Permaneció allí mirando hacia el horizonte, cuya línea no alcanzaba fin.

El sonido de las olas, rugiendo solo a unos metros por delante suya hacían inaudible cualquier otro fenómeno cercano y el viento traía consigo el olor a madera quemada procedente de la chimenea de alguna casa cercana a la par que acariciaba su piel. No había estrellas aquella noche. Las nubes cubrían el cielo nocturno con una capa casi invisible.

Lejos, muy lejos, se distinguían las luces de una ciudad sobre el mar que destellaban y se alzaban tan desafiantes como pacíficas sobre las aguas.
Y lejos, más lejos aun, podía vislumbrarse la luz de un faro. Un centinela que cumplía su cometido en soledad.
Atrapado por aquel paisaje, lentamente fue cerrando los ojos y comenzó a pensar. En su cabeza, el pasado y el futuro luchaban contra él constantemente. Pero a pesar de todo, estaba contento con su presente. De repente pensó en ella. Una vez más y sin previo aviso se había abierto un hueco entre sus pensamientos. Ella, que significaba tanto para él. La persona gracias a la cual sentía que, poco a poco, todo iba mejorando. La responsable de la sonrisa que se había dibujado en su rostro para cuando quiso darse cuenta.

No sabía del todo por qué había ido allí. Simplemente lo necesitaba.
Minutos después, el rugido de las olas y la débil luz de una luna que asomaba entre la bruma le escoltaron de vuelta al coche. Volvía a casa.


miércoles, 23 de octubre de 2013

End of the world.

Y cuando la tarde ya declinaba en el horizonte con las ultimas luces del día, las nubes oscuras que encapotaban el cielo y la fría brisa que sacudía la superficie del océano como compañeras, fue cuando llegamos al final.
- Así... que de esta manera es como termina todo, ¿verdad? - Dijo ella, buscando agarrarse a su mano por miedo de hundirse de repente en las profundidades de aquellas aguas.
- Exacto, este es el fin de nuestro mundo... pero tranquila, nos volveremos a encontrar. - Le aseguró él, y apretándose las manos con fuerza, dieron sus últimos pasos hacia el ocaso.