Es difícil explicar mediante meras palabras escritas lo que, en ocasiones, podemos llegar a sentir.
Esas sensaciones, esos sentimientos. Los pensamientos que no llegamos a entender completamente del todo, pero que no podemos ni queremos reprimir.
Esa calidez que crea y que vemos en la sonrisa de la persona en la que pensamos, la misma capaz de fundir su risa con la tuya. La imposibilidad en la mente de la idea de dar un simple paso solo, de separarse, como si la realidad que antes conocía se hubiese disipado imitando al humo para convertirse en algo mucho más valioso para ambos. Pues no está mal del todo, nunca estará mal del todo mientras pueda seguir perdiéndome en los rincones más ocultos de esa sonrisa.
Es difícil explicar mediante meras palabras los cambios.
Es difícil mirar atrás, recordar momentos pasados, recordar las palabras utilizadas, las promesas aun pendientes, los sueños...
Es difícil distinguir en esas personas lo que ahora somos. Lo que podemos llegar a querer. Lo que podemos llegar a sentir.
Pero no está mal del todo. Nunca estará mal del todo mientras sepamos quienes somos, qué queremos, qué sentimos, qué queremos transmitir y hacer sentir.
Nunca estará mal del todo mientras haya un mero gesto. Una mano que agarra a otra.
